Un equipo de investigadores de
distintas instituciones checas, neozelandesas y estadounidenses coordinados por
expertos del Departamento de Biología de la Universidad de Akron, en EE. UU.,
ha descubierto los primeros huevos de
aves conocidos que presentan iridiscencias.
Según revelan en un estudio
publicado en la revista Journal of the Royal Society Interface, el color
azulado de los huevos del
tinamú oliváceo, un ave parecida a un pavo que
habita en América central y del sur, varía en cierta medida en función del
ángulo desde el que son vistos.
Esta peculiaridad se debe a la presencia de una fina cutícula externa de fosfato de calcio, carbonato de calcio y diferentes compuestos orgánicos. Cuando los científicos la retiraron, observaron que la iridiscencia también desaparecía. Hasta ahora, una de las hipótesis más extendidas entre los biólogos es que la principal función de los colores y patrones que lucen los huevos es hacerlos pasar desapercibidos en su entorno, para que los depredadores no se percaten de su existencia.
Este nuevo ensayo, sin
embargo, plantea que la iridiscencia permite
a los progenitores identificar sus huevos de los que han puesto otras aves de la misma especie.
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