Se
denomina bioplástico a un tipo de plásticos derivados de
productos renovables de origen natural, como el almidón o la celulosa vegetales,
tales como el aceite de soja o el maíz, a diferencia de los
plásticos convencionales, derivados del petróleo. Para crear un
bioplástico, los científicos buscan estructuras químicas que permitan la
degradación del material por microorganismos, como hongos y bacterias. Un
ejemplo de bioplástico son los polihidroxialcanoatos (PHA), una familia de
plásticos biodegradables de origen microbiológico doblemente ecológico, al ser
biodegradables y originados por recursos renovables, que ya se están utilizando
por ejemplo para fabricar tenedores de plástico y películas para embalaje,
puesto que son resistentes al calor, a la grasa y al aceite. Además, algunos
bioplásticos son biodegradables
como el PLA (ácido polilactico patentado por Dow Chemical y cedido a Nature works), PSM (Plastarch Material) y
PHB (Poly-3-hydroxybutyrate), también existen bioplásticos no biodegradables
como la Quitrina, el PA-11 (poliamida 11) o el polietileno obtenido 100% a
partir de etanol de caña de azúcar.
Los
plásticos tradicionales (polietileno, polipropileno, abs, pet, entre otros)
están sintetizados a partir del petróleo por la industria petroquímica. La carestía de
este combustible fósil, su
carácter de resistencia a la degradación natural y el hecho de que es una
fuente que, tarde o temprano, acabará por agotarse, adicionando que es
peligroso para el medio ambiente, las regulaciones actuales en busca de la
disminución del uso del plástico ha llevado a algunas partes de la industria a
buscar alternativas.
Uno
de los principales problemas del plástico convencional lo constituyen las
emisiones de efecto invernadero que se producen como resultado de su fabricación. El
bioplástico emite entre 0,8 y 3,2 toneladas menos de dióxido de carbono por
tonelada que el plástico derivado del petróleo.
Para
los plásticos derivados del petróleo existe la tecnología oxobiodegradable, al
que hay que añadir una pequeña parte de sales de metales pesados (las cuales
son totalmente inocuas) para que las cadenas de polímeros se desintegren y
aceleren la biodegradación a tan solo 3 o 5 años en lugar de más de cien que le
toma al plástico convencional.
El
crecimiento de los plásticos biodegradables depende de varios factores, la
producción es relativamente limitada y el precio aún no es competitivo. Pero
esto puede cambiar rápidamente, teniendo en cuenta la escalada de precios del petróleo
y los últimos desarrollos en el campo de los plásticos vegetales, que hacen que
sus características de dureza y resistencia al calor se acerquen, cada vez más,
a las del polietileno, adicionando que los bioplásticos, no solo aprovechan los
recursos vegetales, sino también los forestales, como son la inclusión de
fibras de madera. Esto sin agregar, las futuras legislaciones, el logro de la
biodegradabilidad total y el desarrollo de una infraestructura para recoger,
aceptar y procesar plásticos biodegradables con el fin de eliminar residuos.
Desarrollos
En
2004 NEC desarrolló un plástico vegetal basado en ácido polilácticos que
presentaba una alta resistencia al fuego y no requería de componentes químicos
tóxicos como halógenos o
derivados del fósforo.
En
2005, en Japón compañías como Fujitsu comenzaron a introducir
bioplásticos en la fabricación de algunos ordenadores portátiles.
Entre
2005 y 2006 se han presentado varios modelos de discos DVD en formato Blu-ray elaborados a partir de
bioplásticos.
Según
José Carlos Rodríguez-Cabello, científico de la Universidad de Valladolid y
miembro del Grupo para Materiales Avanzados y Nanobiotecnología (BIOFORGE), las
primeras investigaciones se centraban en encontrar sustitutos a los plásticos
procedentes del petróleo que tuvieran propiedades similares. "Sin embargo,
en la actualidad, con el empleo de técnicas biotecnológicas avanzadas se están
obteniendo bioplásticos mucho más sofisticados, cuyos campos de aplicación
llegan a sectores tan avanzados como el sector biomédico (ingeniería de
tejidos, dosificación controlada de fármacos, etc.) y la nanotecnología".
Los
principales esfuerzos empresariales en el ámbito de los bioplásticos provienen
de Europa, Japón y Estados Unidos, aunque en los últimos años han empezado a
surgir empresas muy activas en Australia, Brasil, China, India, Canadá, Corea y
Taiwán.
En
el sector de envases y embalajes, el mayor ámbito de aplicación de los
bioplásticos, se ha experimentado un fuerte crecimiento, y así por ejemplo
algunas grandes cadenas comerciales de Francia, Gran Bretaña, Italia y Países
Bajos han empezado a utilizar estos productos para alimentos frescos como fruta
y verdura y para productos higiénicos.
Varios
estudios han coincidido en la predicción de una tasa de crecimiento anual para
los plásticos biodegradables de origen natural de aproximadamente el 30% para
esta década, en Europa y en los EEUU. Cuando se desarrolle todo el potencial de
la biotecnología aplicado a la producción de bioplásticos, "estaremos en
condiciones de obtener materiales mucho más sofisticados que los que podemos
obtener con tecnología química y petróleo como materia prima. Estos materiales
supondrían un nuevo avance que abriría enormes posibilidades en multitud de
sectores, algunos de ellos de gran trascendencia social como la medicina
regenerativa". En opinión de José María Lagaron, "el envase
bioplástico cumplirá sus funciones de contener, conservar e incluso mejorar la
calidad y seguridad del contenido y una persona lo podrá consumir si todavía se
queda con hambre". María Auxiliadora Prieto opina que se podrá crear
"todo lo que la química permita", aunque eso sí, habrá determinados
productos que no se desarrollen, simplemente porque interesa que duren mucho
tiempo, por lo que no resultará conveniente que tengan la propiedad
biodegradable.