Su nombre proviene de Aurora, diosa romana del amanecer, y de la
palabra griega Boreas, que significa norte.
La aurora polar es un fenómeno en forma de brillo o luminiscencia que aparece en el
cielo nocturno, usualmente en zonas polares, aunque puede aparecer en otras
partes del mundo por cortos periodos de tiempo. En el hemisferio norte se
conoce como aurora boreal, y en el
hemisferio sur como aurora austral.
La aurora del
hemisferio norte fue nombrada aurora boreal por el científico francés Pierre
Gassendi en 1621, quien fue el primero en hacer observaciones aurorales
sistemáticas. La aurora del sur fue nombrada aurora austral por el capitán
James Cook en 1773, cuando la observó por primera vez en el Océano Índico. Ya
los filósofos griegos consideraban a la aurora del norte como un fenómeno
natural, y la asociaban con el reflejo de la luz en los hielos polares.
¿Cómo se forma la aurora boreal?
Se produce debido
a que el sol desprende partículas cargadas cuyo conjunto se llama viento solar,
y que viajan por el espacio y al llegar a la Tierra, interactúan con los bordes
del campo magnético terrestre. Algunas de las partículas quedan atrapadas por
él y siguen el curso de las líneas de fuerza magnética en dirección a la
ionosfera.
La ionosfera es
una de las capas que forman la atmósfera terrestre y se caracteriza por las
elevadas temperaturas que se alcanzan en ella debido a que los gases están
ionizados.
Cuando las
mencionadas partículas chocan con los gases en la ionosfera, empiezan a
brillar, produciendo el espectáculo que conocemos como aurora boreal y austral.
La variedad de colores, rojo, verde, azul y violeta que aparecen en el cielo se
deben a los diferentes gases que componen la ionosfera. La Aurora Boreal
está en constante cambio debido a la variación de la interacción entre las
ráfagas de viento solar y el campo magnético de la tierra.
Las posibilidades
de ver la aurora boreal son mayores entre el equinocio de otoño y el de
primavera (21 de septiembre al 21 de marzo). Es más frecuente a
finales de otoño e invierno, y los mejores
meses para verla son octubre, febrero y marzo. Su mayor frecuencia se registra entre las
6 de la tarde y la 1 de la madrugada.
Los cielos árticos
y en el Norte de Canadá, Alaska, Noruega y Spizbergen son el mejor escenario
para ver la aurora boreal. El tiempo más seco con cielos más claros
asegura mejores posibilidades de verla, según prueban las estadísticas
Leyendas
relacionadas con la aurora boreal
En el folklore
abundan las explicaciones sobre el origen de estas fascinantes luces del norte.
En finés se llaman
“revontulet”, que significa “fuegos del zorro”. El nombre se deriva de una
antigua leyenda sobre el zorro del ártico que decía que los rabos de los zorros
que corrían por los montes lapones, se golpeaban contra los montones de nieve y
las chispas que salían de tales golpes se reflejaban en el cielo.
Los esquimales,
los lapones, los habitantes de Groenlandia, e incluso las tribus del noreste de
la India estaban familiarizados con esta luz misteriosa del cielo. Sus leyendas
tomaban muchas formas y estaban asociadas con sus ideas de la vida en el otro
mundo. Según una leyenda esquimal, la aurora boreal era un sendero estrecho,
sinusoso y peligroso que conducía a las regiones celestiales y su luz se debía
a la llegada de los nuevos espíritus.
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