
Además de mejorar la economía
de los ayuntamientos, y en definitiva de los ciudadanos, el medio ambiente también se beneficia de las
farolas inteligentes. Al consumir menos electricidad, reducen
la contaminación motivada por el uso de la energía, basada en buena parte en
combustibles fósiles y nucleares, así como la emisión de gases de efecto
invernadero, implicados en el cambio climático. Como iluminan solo cuando es
necesario y de forma direccional, la contaminación lumínica también disminuye.
Las farolas inteligentes pueden ofrecer otros
servicios interesantes en las ciudades. Al estar conectadas en
red, se pueden utilizar para detectar plazas de aparcamiento libres, controlar
el exceso de velocidad, encontrar un lugar donde ha ocurrido un incidente,
hacer un seguimiento de discapacitados, personas mayores, amenazadas, enfermos,
etc.
Sus defensores también
aseguran que suponen un sistema de seguridad añadido.
Las farolas inteligentes incrementan su intensidad cuando detectan algún
movimiento, y por ello son una especie de alarma lumínica.
Las farolas inteligentes se basan en varias
tecnologías. Sus bombillas son de tipo LED, (siglas en inglés
para diodos de emisión de luz) que dirigen el haz luminoso con más precisión y
pueden durar unos doce años, frente a los tres años de las convencionales. Las
LED ahorran dinero porque son más eficientes que las convencionales, al
consumir menos energía.
Las farolas inteligentes llevan diversos
sistemas de detección. Gracias a ellos, sus responsables pueden
decidir que se enciendan cuando la luz natural es inferior a la mínima
indicada, o mantenerlas a una intensidad mínima que aumenta cuando pasa algún
peatón o vehículo. La firma Luix, creada
en 2009 por las empresas ACR Grupo, Tecnalia y Eguzkitan para ofrecer servicios
de iluminación inteligente, tiene un vídeo que
indica cómo funciona.
Además de los sensores de
presencia, pueden incluir otros para conseguir datos
interesantes de la zona: temperatura, humedad, vibración,
contaminación acústica o de gases contaminantes y de efecto invernadero como
dióxido de carbono (CO2), etc.

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